Son diversas las deidades mediterráneas que fueron asociadas con la alimentación por los pueblos de la Antigüedad.
En la mitología helena, considerables y variados indicios verifican la amenaza constante del hambre y de la sed, miedos tan ancestrales como cotidianos, devoradores y siempre acechantes para el ser humano: penalidades diversas, divinidades protectoras de plantas y animales aptos para la subsistencia, víctimas propiciatorias, prodigios de supervivencia, metamorfosis, castigos en el Tártaro, mendicidad, utopías, banquetes y viajes, entre otros. En breves alusiones o en explicaciones más específicas, el alimento participa forzosamente de la vida antigua griega.
En relación con las adversidades que golpean al ser humano, se suman traslados (emigración e inmigración, en búsqueda de nuevos sitios de colonización, por ejemplo), incendios, sequías (casos Tántalo, Pélope y Carila) o su contracara (Deucalión y el diluvio, el de la isla de Rodas, del que se salvaron solamente los hijos de Himalia; en Frigia el de Nánaco o en el que sobrevivieron únicamente los campesinos Baucis y Filemón, por la inhospitalidad ante Zeus y Hermes), pestes (la desgracia de Edipo en Tebas) y otras calamidades que arruinan cultivos (cfr. la invasión de ratones sobre los campos de Crinis en Misia o el envío de un lobo monstruoso contra los rebaños de Peleo en Tesalia), esterilidad (de nuevo Rodas, a causa del agua del Estigia con que la anegaron los telquines).
Por otro lado, proliferan potencias de la vegetación dadoras de víveres (Deméter, donante del trigo y en Ática, asociada a la higuera; Atenea, del olivo; Dioniso, de la vid) o guardianas de animales que proveen de comida al hombre (las Epimélides, ninfas que velan por las ovejas; el rústico Príapo, defensor de rebaños de cabras y ovejas y de huertos y jardines; Afrodita, personificación de la fecundidad; los vientos -favorables unos, destructores otros-). Muchas veces los destierros, voluntarios u obligados, se deben al temor de que la divinidad sancione a la comunidad con privaciones: por eso, Tirreno, de
origen lidio, se habría desterrado durante una hambruna que asoló su país.
Elbia Haydée Difabio. “La alimentación en la mitología griega. El caso especial de las Enótropos” / “Food in Greek Mythology. The special case of Oinotrophoi”. RIVAR Vol. 2, Nº 6, ISSN 0719-4994, IDEA-USACH, Santiago de Chile, septiembre 2015, pp. 150-165* (Ref.)
DEMÉTER (CERES)
Deméter o Demetra (en griego antiguo Δημήτηρ o Δημητρα, ‘diosa madre’ o quizás ‘madre distribuidora’, quizá del sustantivo indoeuropeo *dheghom *mater) es la diosa griega de la agricultura, nutricia pura de la tierra verde y joven, ciclo vivificador de la vida y la muerte, y protectora del matrimonio y la ley sagrada. Se la venera como la «portadora de las estaciones» en un himno homérico, un sutil signo de que era adorada mucho antes de la llegada de los olímpicos. El himno homérico a Deméter ha sido datado sobre el siglo VII a.C. Junto a su hija Perséfone eran los personajes centrales de los misterios eleusinos que también precedieron al panteón olímpico.

En la mitología romana se asociaba a Deméter con Ceres. Cuando se le dio a Deméter una genealogía, se dijo que era hija de los titanes Crono y Rea (ambos hijos de Gea y Urano), y por tanto hermana mayor de Zeus. A sus sacerdotisas se les daba el título de Melisas.
Es fácil confundir a Deméter con Gea, su abuela, y con Rea, su madre, o Cibeles. Los epítetos de la diosa revelan lo amplio de sus funciones en la vida griega. Deméter y Core (‘la doncella’) solían ser invocadas como to theo (‘las dos diosas’), y así aparecen en las inscripciones en lineal B del Pilos micénico en tiempos pre-helénicos. Es bastante probable que existiese una relación con los cultos a diosas de la Creta minoica.
Según el retórico ateniense Isócrates, los mayores dones que Deméter daba a los atenienses eran el grano, que hacía al hombre diferente de los animales salvajes, y los misterios eleusinos, que le daban mayores esperanzas en esta vida y en la otra.
ARTEMISA (DIANA)
A menudo se la representaba como una cazadora llevando un arco y flechas. El ciervo y el ciprés le estaban consagrados. Algunos investigadores creen que su nombre y, de hecho la propia diosa, era originalmente pregriega. Homero alude a ella como Artemis Agrotera, Potnia Theron, ‘Artemisa del terreno virgen, Señora de los Animales’. También Homero señala en la Ilíada que junto a Hermes rescataron a Ares, encadenado por los gigantes ctónicos.
En época helenística posterior, asumió incluso el papel de Ilitía como ayudante de los partos y acabó siendo identificada con Selene, una titánide que era la diosa griega de la Luna (razón por la cual en ocasiones aparece representada con una luna creciente sobre la cabeza). También fue identificada con la diosa romana Diana, con la etrusca Artume y con la griega o caria Hécate.
AFRODITA (VENUS, ASTARTÉ)
Astarté (en fenicio 𐤀𐤔𐤕𐤓𐤕 , ʾAshtart) es la asimilación fenicia-cananea de una diosa mesopotámica que los sumerios conocían como Inanna, los acadios, asirios y babilonios como Ishtar y los israelitas como Astarot.
Representaba el culto a la madre naturaleza, a la vida y a la fertilidad, así como la exaltación del amor y los placeres carnales. Con el tiempo, se tornó también en diosa de la guerra y recibió cultos sanguinarios de sus devotos. Se la solía representar desnuda o apenas cubierta con un fino cinturón, de pie sobre un león.
En las colonias fenicias occidentales, o cartaginesas, se veneraba a la diosa Tánit, equivalente a la fenicia Astarté. Tánit era la consorte de Baal y patrona de Cartago; también fue una deidad bereber. Fue la diosa de Ibiza (Islas Baleares, España).
En la época helenística (siglos IV a I a.C.), cuando los griegos se asentaron en Oriente Próximo, asimilaron a Astarté en parte con la diosa Afrodita y en parte con Deméter (la diosa griega de la agricultura).
Etimologías
Los nombres Astarté e Ishtar están relacionados con el planeta Venus. Son cognados (términos que tienen un mismo origen etimológico, pero una distinta evolución fonética) de: el nombre hebreo Estēr (Esther); el latín stella (estrella); el español «estrella», el nombre Estela; el germano sterno; el inglés star (estrella); el nombre vascuence Izar, aunque hay quien cree sería Lizarra.
Afrodita (en griego antiguo, Ἀφροδίτη) es, en la mitología griega, la diosa de la belleza y el amor. Su equivalente romano es Venus. Aunque a menudo se alude a ella en la cultura moderna como «la diosa del amor», es importante señalar que antiguamente no se refería al amor en el sentido romántico sino erótico. Pese a que en la mitología estaba casada con Hefesto, tuvo otros amantes, siendo Ares su favorito. Junto a sus hermanos, ocupaba un lugar en el panteón entre los doce dioses olímpicos. De su nombre se desprenden acepciones, como la palabra afrodisíaco, y de su nombre en romano antiguo (Venere), provienen venerar y venérea (referido a lo sexual).
DIONISO (BACO)
En la mitología griega, Dioniso (en griego: Διόνυσος, transl.: Dionysos) es uno de los considerados dioses olímpicos, es el dios de la fertilidad y el vino. Hijo de Zeus y Sémele. Nieto de Harmonía y bisnieto de Afrodita, si bien otras versiones afirmaban que era hijo de Zeus y Perséfone.
Dioniso era inspirador de la locura ritual y el éxtasis. Un personaje importante de la mitología griega. Aunque los orígenes geográficos de su culto son desconocidos, casi todas las tragedias lo presentan como «extranjero».1
Es el dios patrón de la agricultura y el teatro. También es conocido como el ‘Libertador’ (Eleuterio), liberando a uno de su ser normal, mediante la locura, el éxtasis o el vino. La misión divina de Dioniso era mezclar la música del aulós y dar final al cuidado y la preocupación. Los investigadores han discutido la relación de Dioniso con el «culto de las almas» y su capacidad para presidir la comunicación entre los vivos y los muertos.
Influencia dionisíaca en el cristianismo
El investigador moderno Barry Powell cree que las nociones cristianas de comer y beber la «carne» y la «sangre» de Jesús fueron influidas por el culto a Dioniso. En otro paralelismo, aduce Powell, Dioniso fue también peculiar entre los dioses griegos, como deidad comúnmente percibida dentro de sus seguidores.
El vino era importante para Dioniso, a quien se imaginaba como su creador; la creación de vino a partir de agua aparece también en las Bodas de Caná. En el siglo XIX, Bultmann y otros compararon ambos temas y concluyeron que la teofanía dionisíaca influenció en la literatura cristiana. En Élide, durante las Tías, el festival de Dioniso, los sacerdotes colocaban tres tarros en una habitación sellada y al día siguiente aparecían milagrosamente llenos de vino, según cuentan Plinio el Viejo y Pausanias.
ENOTROPEAS, LAS NIETAS DE DIONISO
En la mitología griega, las Enotropeas (‘las que cambian vino’) eran las tres hijas de Anio: Espermo (diosa del grano), Eno (diosa del vino) y Elais (diosa del aceite).1
Su abuelo era Dioniso, quien les dio el poder de convertir el agua en vino, la hierba en trigo y las bayas en aceitunas; por eso, jamás murió de hambre quien estuviera cerca de ellas.
Cuando partieron a la Guerra de Troya las naves griegas, fueron las Enotropeas quienes las abastecieron. Agamenón, impresionado por ello, quiso secuestrar a las jóvenes, y Dioniso las salvó transformándolas en palomas.