El aporte fenicio y cartaginés a la alimentación mediterránea fue considerable, tanto por las técnicas de cultivo y los productos que expandieron por las costas de nuestro mar, como por las técnicas de conservación, en especial de pescado.
- Características y evolución histórica de los Fenicios
- El aporte de los Fenicios a la alimentación mediterránea
Características y evolución histórica de los Fenicios
La tierra de Canaán, origen de la “nación” fenicia
El nombre de Fenicia nos acerca mentalmente a la antigua Canaán, tierra del Levante Mediterráneo de resonancias bíblicas y patria de los Cananeos. Del pueblo cananeo, surgirá, por vicisitudes históricas, la “nación” fenicia.
Los Cananeos fueron un pueblo de características semíticas. Este apelativo hace referencia a los descendientes de Sem, primogénito de Noé. La denominación se aplica a los pueblos establecidos en Mesopotamia y Oriente Próximo con anterioridad al primer milenio a.C. Estos pueblos tenían lenguas con una raíz común.
Entre el tercer y segundo milenio a.C. los Cananeos se organizaron en pequeñas ciudades-Estado. Mantuvieron estrechas relaciones políticas y culturales con grandes potencias vecinas, como Siria, Mesopotamia y Egipto. En el siglo XII a.C. se produjo un desequilibrio político y un deterioro socio-económico en Oriente Próximo. La región sufrió un amplio movimiento migratorio e invasivo por poblaciones de diversos orígenes, bautizadas como los pueblos del Mar. La consecuencia fue la parcelación de la tierra de Canaán y su división en Estados nacionales. Entre ellos se encontraba la “nación” fenicia.
La geografía de la “nación” fenicia
Los confines de Fenicia se extendían entre la costa oriental del Mar Mediterráneo y el río Jordán al este, la desembocadura del río Orontes al norte, y la bahía de Haifa al Sur. Se correspondía en gran parte con áreas de los actuales Israel, Siria, Líbano y Palestina. Su capital era Trípoli, -“tres-ciudades”-, ubicada en el norte de Líbano. Tiro, Sidón y Biblos fueron otros centros de poder muy importantes.
El marco temporal de los Fenicios como pueblo
La civilización fenicia se extiende temporalmente entre el segundo milenio a.C. hasta 146 a.C.. Su época de esplendor fue allá por el 1200 a.C.. Crearon Cartago (situada en las costas de la actual Túnez) en el IX a.C.. Cartago llegó a ser un enclave estratégico, hasta su destrucción por los romanos en 146 a.C.. Esa fecha marca el fin de su preponderancia como pueblo en el Mediterráneo.
Aportaciones de los Fenicios a la cultura Mediterránea
Los Fenicios tenían una lengua propia, hoy lengua muerta, que solo podemos encontrar en hallazgos arqueológicos. A pesar de ello es considerada por muchos investigadores como la lengua madre de la cultura Mediterránea. Esto es así porque gracias a los Fenicios nació el alfabeto griego. Aleph, Bet, y Guimel son las tres primeras letras del alfabeto fenicio, origen de las Alpha, Beta y Gamma con las que empieza el alfabeto griego. Por tanto, podemos decir que la lengua fenicia permaneció viva en otras lenguas. Así, según la profesora Maria Josep Estanyol, prestigiosa experta en Arqueología del Oriente Próximo y doctora en Filología Semítica, «la lengua fenicia es la lengua madre de los Mediterráneos, al menos en su lenguaje alfabético».

Como consecuencia de la Tercera Guerra Púnica, en el siglo II a.C., el Imperio Romano estableció el latín como idioma mayoritario. En consecuencia, el fenicio declinó, incluso en el área de Cartago, la potente factoría comercial en el Mediterráneo.
Aparte de la lengua y la escritura a los Fenicios les debemos el desarrollo de un sistema de pago bancario muy elaborado. Este estaba basado en la oferta y la demanda, modulando el precio de sus mercancías según su producción variable.
La actividad comercial marítima fenicia
La flota fenicia fue la primera que surcó el Mediterráneo, antes que los griegos. Las grandes rutas comerciales que abrieron les llevaron por el Mare Nostrum, llegando a lugares tan lejanos como Irlanda. También bordearon las costas africanas, llegando hasta el golfo de Guinea. Crearon una gran red comercial, fundando numerosas colonias en todo el Mediterráneo, especialmente en el sur de la Península Ibérica.
Aparte de la metrópoli fenicia en Líbano y Túnez (Cartago), se conocen asentamientos en todo el mediterráneo. Son importantes los asentamientos en Chipre, Creta, Malta, Sicilia, Cerdeña e Ibiza. En la Península Ibérica, destacan asentamientos en Alicante (La Fonteta), Murcia (Villaricos), Almería (Adra), Granada (Almuñecar), Málaga (Morro de Mezquitilla, Toscanos en Torre del Mar, Cerro del Villar y Malaka en Málaga capital), Cádiz (Cerro Montilla en San Roque, Cerro del Castillo en Chiclana, Gádir en Cádiz capital).

Comercializaron productos de su propia cultura, como la madera de cedro, y de otras, como la egipcia o la minoica, en territorios lejanos. En sus viajes comerciales llevaban, como provisiones a todas sus colonias, especias, vino, aceite y salazones, especialmente de pescado.
Nos han dejado restos arqueológicos de vasijas, jarrones y otros enseres de cocina, así como de cocinas propiamente. Dominaban el arte de vidrio soplado; sus piezas están presentes en muchos museos del mundo. Destacan las jarras para servir vino, bebida habitual que normalmente se consumía mezclado con agua. Fueron grandes agricultores.
El aporte de los Fenicios a la alimentación mediterránea
El aporte fenicio y cartaginés a la alimentación mediterránea fue fundamentalmente la difusión de su patrimonio alimentario por todas las riberas del Mare Nostrum. Un patrimonio que hunde sus raíces en el extenso mundo cultural del Próximo Oriente.

Un rasgo fundamental de la alimentación fenicia es el gran consumo de cereales (trigo, cebada y espelta). Se estima que en el área sirio-palestina en la Edad del Hierro, constituían entre el 53 y el 55% de la dieta adulta). Estos se preparaban en forma de gachas, panes y tortas de distintos sabores y formas.
De entre todos los cereales, el trigo era el cereal más apreciado. No obstante, en las diversas colonias, concretamente las de la Península Ibérica, la cebada acabó siendo el más consumido. De la elaboración de pan quedan como muestra numerosos restos arqueológicos que muestran la presencia, en numerosos hogares, de «tabounas». Estos eran hornos de barro cocido donde se horneaba el pan y que aún siguen utilizándose a día de hoy en Marruecos y Túnez. A continuación os inserto un vídeo sobre una tabouna tunecina actual.
Cultivo de legumbres, frutos y arbustos
Las características geomorfológicas de la costa sirio-palestina, y concretamente de la región fenicia, posiblemente facilitaron el cultivo de legumbres, frutos y arbustos.
Los Fenicios parecen haber sido grandes consumidores de legumbres. Diversos textos históricos, e incluso la Biblia, mencionan vergeles y huertos muy cuidados, especialmente en Palestina. El consumo de legumbres diversas incluía guisantes, lentejas, garbanzos y habas.

El pueblo fenicio consumía también numerosos frutos (manzanas, granadas, membrillos, almendras, nueces, pistachos, dátiles e higos) frescos o secos, extremadamente azucarados, que sustituían a sustancias más caras como la miel en la alimentación de los más pobres. También se consumía vino como resultado del cultivo de la vid.
Producción y consumo de aceite por los Fenicios
Los Fenicios consumían mucho aceite, producido en Siria y Palestina ya desde el tercer milenio a.C.. Y no lo extraían solo a partir de olivas, sino también de otros frutos. Existen restos arqueológicos que acreditan que ya en la Edad del Bronce se producía aceite en la región.
La cultura del vino entre los Fenicios
Por su tipo de tierra y por su clima, la región siriopalestina era muy propicia al cultivo de la viña. Hasta tal punto eran conocidos y apreciados sus vinos que se exportaban a países vecinos como Egipto y Asiria. En este sentido, existe un bajorrelieve asirio del siglo VII a.C. que muestra una ciudad probablemente fenicia rodeada de viñedos. Posteriormente, el naturalista romano Plinio el Viejo describe los vinos de los montes del Líbano en su Historia Natural, XIV, 22,2: les atribuye «un aroma a incienso», y precisa que se ofrecen en libación a los dioses. También elogia los vinos de Trípoli, Berito y Tiro.
El cherem, que era como llamaban los fenicios al vino, estuvo asociado a varias deidades levantinas, especialmente a Él, la deidad principal principal de la mitología cananea y “padre de todos los dioses”. El vino era considerado una ofrenda aceptable tanto para dioses como para reyes, lo que incrementó su valor comercial en el mundo antiguo.
Los Fenicios planificaban con precisión la ubicación de los viñedos de acuerdo con el clima y la topografía, hasta el punto de reconocer cuál era el lado ideal de una colina para el crecimiento de la vid. Producían una amplia variedad de tipos diferentes de vino, desde los de pasas hechos con uvas secas hasta uno similar al actual Retsina griego, al que le añadían resina de pino. Aunque De sus habilidades en este sentido ha quedado constancia gracias a escritores griegos y romanos, como Columela. El escritor cartaginés Magón escribió unos tratados agrícolas que fueron unos de los más importantes textos antiguos en la historia del vino que registraron el conocimiento de la época sobre la viticultura y la fabricación de vino. Desgraciadamente, esos textos no se han conservado.

En su expansión por el Mediterráneo, los Fenicios difundieron sus conocimientos sobre la viticultura y la producción de vino por todos los países donde establecieron colonias o puertos comerciales, mediante la influencia sobre las culturas productoras de vino de los griegos y romanos que más tarde extenderían la viticultura por toda Europa. También difundieron el uso de ánforas (a veces conocidas como «jarras cananitas») para el transporte y almacenaje del vino.
Propagaron diversas variedades antiguas de vid. En la actualidad en varios de esos países (Líbano, Grecia, Egipto, Túnez, Italia, España o Portugal) se siguen elaborando vinos derivados de la variedad «Vitis vinifera pontica«, originaria del Cáucaso y Anatolia. No así en Francia, donde la viticultura fue introducida por los griegos foceos a partir de la colonia de Massilia (Marsella).
Las costumbres fenicias en el consumo de carnes
En cuanto a la carne, procedía de la crianza de bueyes, ovejas, aves de corral, y caza. El área forestal era extensa y pródiga en caza (ciervos, antílopes, gacelas, jabalíes). Al igual que otros pueblos semitas, los Fenicios no consumían carne de cerdo. Comían cordero, aves de caza y de corral; criaron avestruces, por sus huevos y su carne. Homero cuenta que los Fenicios (IIº milenio – siglo XIII a. de J.C.) comerciaban estos productos con Libia. El poeta griego la describe como una tierra rica en ganado y por tanto en carne, leche y queso.
Productos de recolección
Junto con algunas carnes procedentes de la caza, consumían productos recolectados como las hierbas, raíces, tubérculos, frutos y semillas.
Las costumbres alimentarias cartaginesas
Una fase evolutiva posterior del pueblo fenicio condujo a la civilización cartaginesa, tras la creación de Cartago en la costa del actual Túnez. Los Cartagineses tuvieron un desarrollo agrario totalmente orientado al comercio mediterráneo. Las fuentes clásicas aportan muchos datos sobre la alimentación de los Cartagineses, especialmente a finales del período púnico. Gracias a ello pudimos reconstruir su historia productiva y los hábitos alimentarios en la primera fase de la colonización fenicia de Occidente.
Probablemente estas colonias conservaran las tradiciones alimentarias de la madre patria. Pero estas tradiciones orientales se amoldaron luego a los usos locales, marcados por la geografía de los nuevos asentamientos. Los cereales constituían el alimento principal de las colonias fenicias. Plauto llamó a los Cartagineses «grandes consumidores de puls punica», gachas elaboradas con varios cereales que formaban la base de la comida diaria, siendo a veces el único plato, mezclándolas con queso, miel y huevos. Los cereales también eran el ingrediente básico de una torta denominada «punicum».
Crearon auténticos vergeles de árboles frutales. Consumían frutas diversas como higos, manzanas, melocotones, granadas o nueces. Muchas de ellas las introdujeron en otras zonas y también las llevaron secas. En sus cargamentos portaban ciruelas, pasas, dátiles e higos secos.
La tierra originaria de Fenicia era rica en olivos, aunque daban frutos pequeños y de escasa calidad. Consiguieron mejorarlos y los trataron para su consumo mediante agua y sal, así como para la producción de aceite. Tanto las aceitunas como el aceite fueron usados como mercancía en todo el Mediterráneo.
Los métodos de pesca cartagineses
La pesca constituía una actividad muy importante en la cultura fenicia. La practicaron tanto en su costa, rica en meros, doradas, sardinas, o atunes, como lejos de sus tierras. El método de pesca del atún denominado almadraba, utilizado aún hoy en la costa gaditana, y entre otros lugares como Sicilia, es invención de los fenicios.

A continuación os inserto un vídeo sobre la práctica de la almadraba en Barbate:
Los métodos cartagineses de conserva de pescado
La salazón y el ahumado de pescados fueron otros de sus recursos y de sus riquezas. Dos exponentes de estas prácticas que han perdurado a través de los siglos lo constituyen la hueva y la mojama de atún. El origen de la hueva y la mojama se remonta a la prehistórica Edad de Bronce. Sin embargo, fueron los fenicios los primeros en utilizar la técnica del salado. De esta forma podían elaborar, transportar y comercializar el pescado desde diversas factorías mediterráneas. Los romanos continuaron esta actividad. Son conocidas las factorías de salazón de pescado en la costa onubense, gaditana y murciana. Posteriormente, visigodos, árabes y judíos mantuvieron la costumbre de consumir pescado en salazón. Pero fue el cristianismo, con su prohibición de comer carne en Cuaresma, quien más contribuyó a sostener posteriormente esta industria.
En su expansión por el Mediterráneo y los sucesivos asentamientos en su zona más occidental los Fenicios dejaron su legado. Quedó su impronta alimentaria que se fusionó con la de las comunidades locales.
Fuentes
- SPANÒ GIAMMELLARO, Antonella. Fenicios y cartagineses. En: Flandrin, Jean-Louis; Montanari, Massimo. Historia de la alimentación, segunda edición. Ediciones Trea, S.L., Gijón, 2011. ISBN 978-84-9704-559-9.
- DELGADO HERVÁS, Ana. De las cocinas coloniales y otras historias silenciadas: domesticidad, subalternidad e hibridación en las colonias fenicias occidentales. SAGVNTVM EXTRA – 9, 2010; págs. 27-42.
- https://phoenicia.org/
- Artículos de Wikipedia: Fenicios, Vino Fenicio.