
El puls punica era uno de los platos básicos de la alimentación romana, adoptado de los cartagineses, que recuerda al típico desayuno actual con avena. Tal como dejó escrito Catón en su obra De Agricultura, 85-86, consistía en una especie de gachas (puls significa gachas en fenicio) elaboradas con harina y agua, a las que se les podía añadir otros ingredientes como miel, queso o huevos.